Mientras la mayoría de los chilenos amanecía expectante por el partido de la selección chilena frente a España, el sacerdote Fernando Montes (75) aparecía puntual a las 11 de la mañana en su oficina. En la calle se escuchaban las vuvuzelas y el hablaba parsimonioso, pero apasionado… no de fútbol, sino de Educación, una materia en la que ya es una voz autorizada como rector de la Universidad Alberto Hurtado y licenciado en Filosofía y Sociología.
“No hay ninguna posibilidad de destruir el clasismo si en La Pintana, en Huechuraba y en los barrios más populares no existen liceos que preparen a sus estudiantes para la educación superior, sin eso, todo lo demás es cuento”, dice mientras recorre con el dedo índice el mapa de las comunas donde dice se concentra su alumnado. Nada de cota mil. Santiago Centro, la Florida y Puente Alto, son algunas de las comunas que nombra orgulloso, porque sabe que ha corrido un poco aquel cerco infranqueable de las universidades de elite.
Agrega que para él, la verdadera universidad pública es la que integra, la que se atreve a nivelar a sus alumnos en vez de convertirse en un campus competitivo. Por eso quiere una reforma educacional que al fin permita a la universidad chilena ser el vehículo de movilidad social, inclusiva y de calidad.
Él siente que esa labor está saldada en su universidad, porque si nos remitimos a la discusión de los colegios , también comenta que su alumnado está compuesto por el 81% de jóvenes que provienen de colegios municipalizados y subvencionados.
Ese no es el único tema que le preocupa, confiesa que se despertó con el anuncio de la presidenta sobre la creación de dos nuevas universidades públicas en las regiones de O’Higgins y Aysén. Ahora más que nunca, reclama su derecho y el de otros rectores a integrar El Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas Cruch. “Este sólo se ha convertido en la instancia de la pelea por los aporte directos, vale decir es un lugar de repartir dinero y eso hace que los que están dentro no quieran que haya nuevos comensales”, asegura categórico.
-Usted dice que todo parte en la base de la formación. ¿Qué opinión tiene del Proyecto de Ley del fin del copago en los colegios?
Creo que el copago es algún muy dañino, es clasista y al mismo no puedo entender los colegios de excelencia insistan en descremar a los colegios más pobres para mostrar buenos resultados. Mientras los colegios más humildes no sean de calidad, Chile tiene una deuda con los pobres. Un Estado vela por el bien común y debería tener particular preocupación por los más débiles y, por lo tanto, la libertad de enseñanza no es sólo poder ofrecer sino que un papá pueda elegir. Eso supone que ojalá que todos los colegios sean de calidad y el pueda elegir si quiere una formación laica o un establecimiento con formación religiosa, pero ojalá que sea el Estado el que le asegure que las dos cosas sean de calidad. Que no se lo seleccione ni por color, ni por raza, ni por su religión, sino porque quieren que su hijo esté en ese colegio y los padres están dispuesto a asumir el proyecto de ese establecimiento.
-Respecto a la creación de estas dos nuevas universidades, usted ha dicho que el Cruch debe abrirse a la participación de otros establecimientos de educación superior como el suyo…
Eso me parece una desgracia, en el Cruch está la pelea de los aporte directos, vale decir es un lugar de repartir dinero y eso hace que los que están dentro no quieran que haya nuevos comensales. He dicho que dejemos el reparto de dinero fuera del Cruch que si quieren se congelen y sigan recibiendo aportes los que ya reciben, pero que podamos sentarnos todos los rectores a ver los problemas educacionales y que las universidades podamos colaborar en estas materias. Cómo puede ser que quien dirigió la comisión de educación superior, el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, no pueda estar en el Cruch, hoy se van a crear dos universidades nuevas y entrarán al Cruch sin más. La ley manda que haya un proceso en el que durante seis años una universidad muestre que es capaz de ser autónoma y hoy hemos visto que hay universidades de mala calidad que casi no fueron acreditadas. A eso se suma el anuncio de la creación de estas dos universidades que pasarán dierectamente a la conformación del Cruch.
-El 2013 la Universidad Católica recibió 7 mil millones de pesos en donaciones. ¿Representa eso la figura de una “universidad pública”?
Siempre hay que distinguir entre universidades públicas y estatales. Todas las universidades debieran tener un servicio público y, por lo tanto, el Estado debiera poder controlarlas en lo fundamental. La denominación de “universidad pública” se relaciona a quién se sirve, no a quién es el dueño.
-¿Pero la UC cumple con todos los requisitos de una “universidad pública”?
En algunas cosas sí, en calidad probablemente es la mejor universidad del país.
-¿Y en integración social?
Ahí tengo dudas, si bien ha hecho grandes programas de acogida de alumnos, basta ver el estudio que hizo mi universidad para ver que se concentran muchachos que obtuvieron los más altos puntajes en la PSU y a su vez de las clases más altas. En ese sentido, hay universidades privadas que son públicas. La Universidad Alberto Hurtado no pertenece al Cruch; no es estatal, es privada, pero es pública. El rector de la Universidad de Chile no ha captado bien cuando dice “las universidades públicas” para referirse a establecimientos como propiedad del Estado y después la Universidad de la Chile llega a un acuerdo con el club deportivo y le pone como condición que genere un parque público. Ahí lo que interesa no es lo que genere, sino a quién sirve.
-¿Qué le pareció el nombramiento de Ennio Vivaldi como nuevo rector de la Universidad de Chile?
Me parece una persona seria que, quizás quisiera que hubiera una renovación del lenguaje para adecuarlo a la filosofía actual en el uso de ciertos términos. Sin embargo le agradecí que dijera que él quiere colaborar con otras universidades. Nosotros no podemos seguir como empresas neoliberales en competencia unos contra otros, tenemos que colaborar en torno a la verdad y el desarrollo del país. Lo peor de todo, son las peleas de las estatales dentro del Cruch.
“La reforma no va a dejar contentos a todos”
-Y en la línea de evaluación de autoridades. ¿Qué le parece hasta el momento la labor que ha cumplido el ministro de educación Nicolás Eyzaguirre?
Está en dos problemas feroces: cambiar el esquema general de educación cuando a veces pequeños cambios, como hacer la educación básica obligatoria, significó años de discusión en un país. La reforma es algo que no va a dejar contentos a todos. Y la segunda cosa es que hay posiciones demasiado tomadas, por tanto es muy difícil enfrentar un cambio de esta naturaleza, dejando contentos a los estudiantes y dejando contento al otro lado. El ministro se ha movido en aguas muy difíciles, por eso quiero ver pronto las leyes que van a salir…
- ¿Qué le agregaría a la Reforma Educacional?
Todavía no la hemos visto, eso va a llegar. Espero que haya una ley de acreditación honesta que se acredite conforme a la calidad no a la historia, sin prejuicios; que sea una acreditación obligatoria y con información creíble. Por ende, lo primero es una buena ley de acreditación; segunda cosa, una superintendencia. El Estado sólo se preocupa de los establecimientos públicos y las universidades privadas quedan libres. Por eso tiene que haber una superintendencia que tenga autoridad sobre todas las universidades estatales y particulares.
-¿Se debiera controlar también a algunas universidades llamadas estatales que disfrazan el lucro a través de servicios como diplomados?
En sí mismo la actividad de lucro la tienen todas las universidades que prestan distintos servicios . ¿Quién se queda con ese dinero? Hay universidades donde son los dueños quienes los que convierten al establecimiento en su negocio. Pero hay otras donde los profesores crean programas y la plata se quedan en sus bolsillos y no en la universidad, eso se ha demostrado que pasa en algunas estatales. Todas tienen actividades de lucro, pero hay que ser muy transparente para que no se convierta en negociado.
-¿Se justifica que el rector de la Universidad Católica pida más dinero al Estado aún cuando reciben donaciones millonarias?
Depende de que se haga con eso, si se hace un centro de investigación de primerísima calidad, eso es muy caro, pero si la Universidad Católica decidiera construir el mejor centro de rehabilitación para muchachos muy mal formados en educación para que lleguen a ser estudiantes top, le daría la plata que quisieran. La universidad de Chile recibió 25 mil millones extras para el área de ciencias sociales, yo no recibo un peso con una muy buena área de ciencias sociales. Todo se debe transparentar al final si lo pensamos bien.
¿Pero qué independencia puede tener la investigación o proyecto de una Universidad si ese dinero viene del Grupo Angelini o de Andrónico Luksic o algún empresario ligado a la orden religiosa?
Si una persona es enferma de ideologizada tiene que hacerse la pregunta y ver la verdad. Pero, en principio no hay por qué sembrar una sospecha mientras no se pruebe, aunque hay que ver dónde se invirtió ese dinero. Es muy perverso, en EE.UU las universidades funcionan básicamente con las donaciones de los ex alumnos. ¿Están sometidos a ellos o conservan calidad en sí misma?
-Pero lo cierto es se invierte en proyecto de interés y además se establece el beneficio de poder rebajar como un crédito una determinada parte de los montos donado
Analicemos si esa gente que dona está comparando a la Universidad para controlarla, pero no se debe condenar por principio o si no las mejores universidades norteamericanas no podrían funcionar, funcionan bien y son bastantes independientes. A mí hay gente que me ha dado aportes y ellos saben positivamente que los he criticado y nunca recibí una condición, pero no hay ninguna comparación con los aportes que reciben esas universidades. A mí me duele, los ricos les están dando plata a los más ricos, eso es una constatación, no es ninguna ofensa decirlo.