uando me enteré que en el Museo de Bellas Artes se montaría una exposición sobre la trayectoria del grupo nacional Los Jaivas, me pareció una excelente idea, cercana a los postulados posmodernos de desacralizar los espacios dedicados al arte, y romper la artificial barrera de lo culto y popular. Cuando me enteré que en el Museo de Bellas Artes se montaría una exposición sobre la trayectoria del grupo nacional Los Jaivas, me pareció una excelente idea, cercana a los postulados posmodernos de desacralizar los espacios dedicados al arte, y romper la artificial barrera de lo culto y popular. Recuerdo la visité un día domingo – aprovechando además la excelente muestra del afamado fotógrafo Joel-Peter Witkin – y me sorprendió la cantidad de gente que visitaba el museo, concluyendo es una estrategia muy acertada si de crear públicos para el arte se trata. Cuando la mayoría de los santiaguinos preparábamos el éxodo ya habitual en nuestros días sándwich (que anglicismo tan representativo), en el frontis del Bellas Artes se preparaba el broche de oro de la exitosa exposición con un concierto gratuito del mismísimo grupo Los Jaivas conmemorando sus cincuenta años de vida, para quienes quisieran disfrutar de su música, lo que me pareció otra gran idea escasamente aplicada en nuestro país tan privatizado, ocupar los espacios públicos con cultura para todos, una manera de contrarrestar la cultura de la basura que circula con tanta desfachatez en la mayoría de nuestros medios radiales y televisivos.